México es sin lugar a dudas un país con una rica cultura, desde la gastronomía hasta su historia, pasando por creencias religiosas y su folclore podemos encontrar detalles fascinantes. Al mismo tiempo sus leyendas nos cuentan relatos de sucesos naturales o sobrenaturales que ocurrieron en una época y lugar real lo que les otorga cierta credibilidad.
Para conocer a un pueblo y su cultura se puede acudir a las leyendas cortas, estas comúnmente reflejan intereses, valores y hasta los miedos que comparten las personas que integran esa sociedad. A continuación once de las más conocidas leyendas mexicanas cortas:
11. La isla de las Muñecas
En el turístico canal de Xochimilco, en la ciudad de México, se encuentra un paraje totalmente cubierto por miles de muñecas. El dueño del área, Don Julián, las colocó en toda la isla para ahuyentar el espíritu de una niña, quien murió ahogada entre los lirios y le acechaba por las noches.
Con el tiempo el lugar atrajo a un gran número de visitantes, quienes llevaban a Don Julián más muñecas para su protección. Al envejecer, Don Julián contaba que una sirena del río lo visitaba desde hace tiempo para llevárselo. Cuando el hombre murió de un paro cardíaco, su cuerpo fue encontrado junto al agua en el mismo lugar donde había sido encontrado el cadáver de la niña.
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10. La planchada
Hace tiempo, en el hospital Juárez de la Ciudad de México trabajaba Eulalia, una amable y paciente enfermera. Todos la reconocían por su buena actitud, sus cuidados y su ropa impecable siempre bien planchada.
Se enamoró de un doctor, con quien prometió casarse; sin embargo, él nunca le dijo que ya estaba comprometido. Tras la decepción, Eulalia enfermó, descuidó a sus pacientes y finalmente murió.
Miles de dolientes de la ciudad han asegurado haber sido atendidos por la enfermera, quien ahora vaga por el hospital como alma en pena, cuidando de los pacientes que la necesiten.
9. La novia de la muerte
Cuenta la leyenda que Verónica era una joven alegre, que era de novia de Fernando, habían planeado casarse y una semana antes, ella viajó fuera de la ciudad para entregar sus invitaciones.
Cuando llegó el día del matrimonio, ella aún estaba en otra ciudad, pero decidió vestirse ahí y llegar directamente al matrimonio.
Subió presurosa al auto y sin saber por qué, empezó a tener una extraña sensación que la puso un poco inquieta. Su tía que iba con ella, lo notó pero le dijo que los matrimonios siempre son así.
La mañana era triste y el clima muy malo, pues estaba lloviendo con regular intensidad, cuando ya estaban a punto de llegar a la ciudad, en un tramo lleno de curvas, el conductor, inmerso en la idea de llegar temprano a la boda, aceleró y no pudo controlar el auto que cayó a un barranco. La joven novia murió instantáneamente.
Años más tarde, un compañero de su colegio tuvo que viajar solo, por la carretera donde sucedió el accidente. Eran las 12 de la noche, y antes de pasar por la curva donde murió Verónica, miró por el espejo retrovisor de su auto, y no le fue difícil reconocer en aquella mujer que estaba sentada en el asiento de atrás. Era el mismo rostro de Verónica, pero éste estaba desfigurado. Sintió tal terror que le hizo perder el control de todo y se estrelló, muriendo en el acto.
Se dice que si viajas solo por esta carretera, no debes de mirar tu espejo retrovisor, pues Verónica siempre está sentada en el asiento trasero, tratando de conseguir victimas que sufran igual que ella. Te puede interesar: Ejemplos de leyendas para copiar
8. La leyenda de los volcanes
En épocas del poderoso Imperio azteca, sus pueblos vecinos eran sometidos a pagar tributo. Los tlaxcaltecas, grandes enemigos de los aztecas, estaban hartos de esta situación y decidieron alzarse en armas.
Popocatépetl, uno de los grandes guerreros tlaxcaltecas, decidió pedir la mano de su amada Iztaccíhuatl, la bella hija de un gran cacique. El padre aceptó, y si él volvía victorioso de la batalla se llevaría a cabo la boda.
Durante la ausencia de Popocatépetl, un hombre celoso anunció falsamente a la dama que su amado había fallecido; tras unos días, Iztaccíhuatl murió de tristeza. Cuando el guerrero volvió victorioso fue recibido con la trágica noticia.
Para honrar su memoria, unió 10 cerros y acostó a su amada en la cima; él llevaría consigo una antorcha y la resguardaría eternamente. Esta leyenda cuenta el origen de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl –la mujer dormida–, que permanecieron juntos para siempre.
7. La flor de Cempasúchil
La historia de Xóchitl y Huitzilin, dos jóvenes aztecas enamorados, comenzó desde su infancia, cuando ambos solían escalar los cerros y ofrecer flores a Tonatiuh, el dios del sol. Al llegar a edad, Huitzilin debió cumplir sus deberes de guerrero y abandonar su pueblo para combatir.
Desgraciadamente, el joven murió en batalla. Al enterarse de esto, Xóchitl subió a una montaña y rogó a Tonatiuh que les permitiera estar juntos. Entonces, el dios del sol lanzó un rayo sobre ella, convirtiéndola en una hermosa flor de color naranja brillante.
Huitzilin, en forma de colibrí, se acercaría a besar a Xóchitl convertida en flor. Este es el origen de la flor de cempasúchil, utilizada en la tradición prehispánica para guiar a los muertos al mundo de los vivos. Un articulo que puede interesar: Mitos y leyendas recomendadas para aprender
6. El charro negro
Esta leyenda comienza con Adela, quien era una joven despreocupada para su época, mientras las mujeres permanecían en casa atendiendo a los hombres de su familia, ella prefería la vida sin compromisos, vagaba ya entrada la noche en quién sabe dónde, a pesar de la preocupación de sus padres.
Una de tantas noches, se encontró en su camino con un hombre alto, de aspecto elegante, de impecable traje negro compuesto por una chaqueta corta, una camisa, un pantalón ajustado y un sombrero de ala ancha. Circulaba a lomo de un caballo enorme y de color azabache. Que impresionó a la joven al instante por su gran porte, mirada elocuente y palabras cálidas.
Tras una amable conversación Adela aceptó aligerar el viaje y consintió a montar el caballo. En el justo instante que ella estuvo en el lomo del animal, este creció el doble de su tamaño, ardiendo en llamas, le impidió el escape, al escuchar los gritos de espanto de la joven, algunos salieron en su auxilio, solo para darse cuenta de que ella era ya propiedad del Diablo, que en forma de charro negro cabalgaba todas las noches por los alrededores de la Ciudad de México en busca de un alma incauta que llevar a sus dominios.
Por ella no pudo hacerse nada, solo la vieron arder en llamas sobre el caballo, ahogándose en sus propios gritos de dolor y desesperación.
5. El vampiro de Guadalajara
Hace muchos años, un extranjero proveniente de Europa llegó a un poblado de la zona de Guadalajara, México. Era una persona extraña y reservada, pero su falta de interés en socializar con la gente de la región no era lo más inquietante.
De hecho, desde la llegada de este hombre misterioso, empezaron a aparecer primero cadáveres de animales, y luego cuerpos sin vida de niños, todos ellos desangrados.
Una noche, las gentes del poblado decidieron buscar al extranjero para enfrentarlo, asumiendo que él era el autor de los hechos. Esa noche lo encontraron intentando morder a un lugareño, así que le clavaron una estaca de madera y luego sepultaron su cuerpo bajo una pila de ladrillos.
Años después un árbol creció de entre los ladrillos a partir de la estaca de madera, y se dice que al cortar sus ramas aparecen dentro del corte regueros de sangre, de las víctimas del vampiro de Guadalajara.
4. La llorona
Cuenta la leyenda, que en un lugar lejano vivía una mujer junto a sus tres hijitos. A esta familia le iba muy bien, todos eran felices, y el amor se hacía presente siempre.
Un día, en una noche de invierno, se desató una gran lluvia y ocurrió algo terrible.
Aquella noche, el padre de esta familia regresó tras muchos años de haberlos abandonado. Sin él, ellos habían vivido muy felices, ya que este tipo siempre estaba gritando y andaba siempre en borracheras, por otro lado, castigaba sin sentido a los niños, así como también, a la madre.
La mujer rezaba siempre para que este hombre no regresara nunca más, pero lastimosamente sucedió lo contrario.
Cuando llegó este mal hombre, tiró la puerta de una patada, y gritó por qué no lo habían recibido. Los niños muy asustados, se escondieron y la madre por defender a sus hijos, se enfrentó a su esposo, pero lamentablemente, la mujer fue golpeada y se desmayó por varias horas.
Cuando ella despertó, buscó a sus hijos por toda la casa, pero no los encontró ni a ellos ni a su esposo. Decidió continuar con su búsqueda muy asustada, corrió fuera de la casa bajo la tormenta, llorando y gritando sus nombres por varios días, meses, años, pero nunca los encontró.
Un día, después de tanto buscar, la madre murió de tristeza, tampoco se supo nada de los niños, y nadie los vio jamás, no aparecieron sus cuerpos o alguna señal del hombre que se los llevó.
Desde aquel entonces, se dice que el espíritu de esta madre no descansa y todas las noches se le oye llorar y lamentar con mucha tristeza por los alrededores de los pueblos.
3. La leyenda del maíz
Cuenta una antigua leyenda que los aztecas antes de la llegada del dios Quetzalcóatl, tan solo se alimentaban con raíces y animales de caza; no comían maíz porque estaba fuera de su alcance, escondido detrás de las altas montañas que rodeaban su ciudad.
Los otros dioses habían ya tratado de separar las montañas para que los aztecas tuvieran acceso a tan preciado alimento pero nunca lo lograron.
El pueblo Azteca mandó a sus sacerdotes a pedirle a Quetzalcóatl que los ayudara a conseguir el maíz. Él les contestó que iría y les traería el preciado alimento.
Los otros dioses ya lo habían intentado utilizando la fuerza así es que Quetzalcóatl decidió utilizar algo más poderos: la inteligencia.
Quetzalcóatl se transformó en una pequeña hormiga negra y en compañía de una hormiga roja se encaminó hacia las montañas.
El camino presentaba muchas dificultades, pero una a una las fue venciendo, animándose a seguir adelante al pensar en las necesidades de los aztecas.
Después de varios días, Quetzalcóatl llegó a la parte posterior de las montañas en donde se encontraba el maíz y éste al ser una hormiga, tomó un grano entre sus dientes y comenzó su camino de regreso.
Al llegar de nuevo con su pueblo, éste les entregó el preciado grano de maíz para que lo sembraran.
A partir de ese día, los aztecas se dedicaron a cultivar y cosechar el maíz y convertirse así en un pueblo fuerte, lleno de riquezas y que logró un desarrollo impresionante construyendo bellas ciudades, templos y palacios esplendorosos.
2. La princesa Donají
Esta leyenda cuenta que Cosijopi, el último gobernador del Istmo de Tehuantepec, en la zona sur de México, tuvo una hija a la que llamó Donají. Durante una guerra entre los mixtecos y los zapotecos, Donají fue capturada como rehén y posteriormente decapitada. A pesar de que su cuerpo fue sepultado, nunca se dio a conocer el lugar donde yacía su cabeza.
Tiempo después, un pastor que pasaba por la sierra oaxaqueña arrancó una azucena (flor silvestre también llamada lirio). Al hacer esto, encontró bajo la tierra lo que parecía ser una cabeza humana, y al rescatarla, la llevó a reunirse junto con su cuerpo en el templo de Cuilapam. Fue entonces cuando el alma de la princesa Donají pudo finalmente descansar en paz. Otra leyenda que es muy buena: La leyenda del conejo en la luna
1. La fundación de Tenochtitlán
Aproximadamente durante el siglo VI, los pobladores de Aztlán (hoy al norte de México) abandonaron su tierra y comenzaron una enorme peregrinación encomendada por Huitzilopochtil, su deidad principal, en búsqueda de la tierra prometida.
Para saber que estaban en el lugar indicado, Huitzilopochtli les enviaría una señal: un águila real parada sobre un gran nopal devorando una serpiente. Al ver esta visión, los aztecas comenzaron la construcción de la gran ciudad que llevaría por nombre Tenochtitlán.
Tal como Huitzilopochtli había prometido, el área era bondadosa, pues su abundante agua les brindaba ventajas económicas e incluso militares. El Imperio azteca sería poderoso y dominaría gran parte de Mesoamérica.
En la actualidad, esta visión del águila sobre el nopal se encuentra plasmada en el escudo de la bandera de México.