Los relatos eróticos son vistos como manifestaciones escritas, están conectadas de manera directa e indirecta a la sexualidad y al deseo desordenado. Los literatos emplean una variedad de recursos y figuras literarias para expresar de manera implícita la diversidad de emociones y la fuerza que los mueve al encuentro íntimo que incluye, el deseo, la provocación, el cuerpo, los juegos eróticos y, sobre todo, la imaginación y creatividad.
Este tipo de relatos, influye de manera psicológica en la mente del sujeto que los lee o los escribe, ya que le permite abrir los sentidos y experimentar sensaciones de goce o disfrute por algo o alguien. La expresión, “relatos eróticos”, es una forma de comunicación, donde intervienen: sentimientos, actitudes y emociones. Algunas, inherentes a la persona, como: autoestima, conocimientos, valores, creencias imaginarias; y otros, al contexto social, que conllevan a las preferencias sexuales y a la estimulación, bien sea en pareja o de forma individual.
Relatos eróticos en la historia
Estos amores apasionados y unidos al deseo sexual, englobados en los pasajes eróticos de obras literarias de la antigua Grecia, así como en el Quijote o el Ulises, están asociados a la sociedad y cultura desde los primeros tiempos. Sin embargo, la han censurado por considerarlos pecaminoso.
En la época medieval se conoce la literatura francesa con obras maestras, donde estos escritos parodiaban los excesos de amor y el libertinaje, así como la poesía amorosa de carácter libidinoso. Este tipo de expresiones se puede encontrar en la narrativa, novelas, cuentos, relatos, poesía, teatro, entre otros.
Relación entre el erotismo y la salud sexual
El estilo en que las personas se expresan eróticamente, forma parte de su personalidad en un momento y contexto determinado. Ciertas personas disfrutan esta capacidad, mientras que otras, las reprimen.
Es importante conocer y separar el término erotismo de pornografía, ya que el erotismo maneja la imaginación y picardía, mientras que, la pornografía, muestra los actos sexuales.
El erotismo, es la disposición de las personas de sentir, provocar deseo y placer sexual. Este, debe permitir la relajación, la imaginación creativa y ambiental de los juegos, el bienestar físico y emocional. En otras palabras, se trata de escuchar y observar la respuesta del cuerpo humano, de querer dar y recibir placer.

Las ficciones sexuales no tienen por qué provocar temor y malestar, ya que muchas de estas alucinaciones no son llevadas a la práctica. En esta utopía mental existen detalles que son difíciles de realizar, algunos son opuestos a la naturaleza humana o a los valores de la persona y, otros, no dan el resultado que fue soñado.
El autoerotismo, es la práctica sexual normal y saludable para cualquier edad. Este tipo de estímulo, es excelente para aliviar la tensión, proporcionar placer, conocerse a sí mismo, satisfacer los gustos, favorece la autoestima y los valores personales, siempre y cuando no se convierta en un problema de salud mental.
Ejemplos de relatos eróticos
OLOR A MADERA
Caminando por las calles de la ciudad, para despejar la mente de tanta nostalgia, observé casas y edificios con diferentes fachadas y, mirando el horizonte, vi la silueta de una persona, caminar lentamente, acercándose. Detuve el aliento por un instante, y llego a mi pensamiento una serie de imágenes de diferentes índoles, sobre esa figura andante.
Al ir aproximándose la sombra, fue tornando la figura de un hombre alto, fuerte, musculoso, de piel morena, tostada por el sol. La sombra pasó a mi lado, sin hacer ningún comentario, su rostro se veía sensual con labios provocativos. Seguí caminando sin rumbo fijo. Al llegar la noche, nuevamente vi la silueta de un hombre, con las mismas características, reflejadas con los claros de la luna, en la ventana de un edificio. Comencé a recorrer cuidadosamente cada centímetro de su cuerpo y a disfrutar del olor a madera que transpiraba su piel, hasta llegar a sus partes más placenteras, gozando de placer, con un hombre irreconocible.
CARICIAS EN SUEÑO

Ensimismada en el meneo de sus dedos, largos y comunicadores, como delineaba caricias, en las palmas de mis manos, las mismas que destellan la sensación de un beso sutil en mi cuello, que súbitamente cosquillaba mi espalda, que contorneaba sin pensarlo mis senos y, realzaba mis pezones, que acalora mi vientre y crispa mis pubis. Entornaba mis labios y ahogaba el susurro, provocado por el baile de los dedos, fundimos una seducción desconocida, encendiendo con fuego mis mejillas, aguantando para no gritar en el arrebatamiento placentero. Abro los ojos y veo la aurora del amanecer y caer hojas secas en mis manos.
NUESTRO ENCUENTRO
Largas son las noches y los días, aguardando tu regreso. Mi cuerpo palpita, deseosa de sentirte. Recurro a un estimulador, compañero fiel de cama, y recorro mi anatomía en busca del placer, que tanto ansío de ti.
Entre espasmos y espasmos, sofoco los quejidos, que desafían mi garganta por salir. Eros, me adormece en sus brazos, aplazando nuestro encuentro.
Cuando al fin llegas, nuestros cuerpos se fusionan en uno solo, arremetiendo mutuamente, como dos contrincantes en encarnizada porfía, buscando, donde sabemos que nuestros argumentos son endebles y solicitar treguas sin condiciones, para así amarnos una y otra vez más, como dos amantes mudos flotando en el espacio.
POEMA ERÓTICO (atribuido a Quevedo)
RAPÁNDOSELO ESTABA CIERTA HERMOSA
Rapándoselo estaba cierta hermosa,
hasta el redondo ombligo arremangada,
las piernas muy abiertas, y asentada
en una silla ancha y espaciosa.
Mirándoselo estaba muy gozosa,
después que ya quedó muy bien rapada,
y estándose burlando, descuidada,
metiose un dedo dentro de la cosa.
Y como menease las caderas,
al usado señuelo respondiendo,
un rápido sabor le vino luego.
Pero viendo después no era de veras,
dijo “¡Cuitada yo! ¿Qué estoy haciendo?
¡Qué no es esta la leña de este fuego!
EL MISTERIO DE LA CABAÑA

Una joven agraciada, que se sentía regordeta y opacada en la vida, cansada de trabajar, decide tomarse unos días en el campo para cambiar de ambiente.
Los días transcurrían sin novedad, se sentía sola, aburrida, y soñolienta, quedándose dormida sobre el forraje de los animales. En la mañana siguiente, el sol acariciaba su rostro, se sintió sudorosa y decidió bañarse en el río. Acostumbrada a la soledad del campo, se desnudó y se metió lentamente a las tibias aguas del manantial.
Transcurrido el tiempo y, al ver que oscurecía, decide regresar a la casa, pero, sin darse cuenta, entro bosque adentro hasta llegar a una cabaña vieja y descuidada. Sintió un escalofrió que le recorría el cuerpo de la cabeza a los pies, presentía que la observaban desde los arbustos. Sintió tanto miedo, que quedo petrificada de terror, al oír una voz que le runruneaba, dándole órdenes, a las que no podía desobedecer.
Lentamente fue entrando a la cabaña y, sintió unas manos grandes, fuertes, callosas, que rozaban su delicada piel. Esta sensación de intimidad nunca antes vivida perturbó su mente. El hombre ignora su secreto, le cubre los ojos para no ser reconocido, con rudeza, la impulsa hacia unos troncos de madera, que hacían de pared, le desprende la ropa y descarga su desenfrenada pasión sobre aquella mujer temblorosa, que se deja llevar por un deseo y placer desconocido. El satisfecho de sus intentos salvajes, le cuchichea al oído, para que no se quite la venda, hasta que él se vaya. Estos encuentros salvajes y apasionados, con un desconocido, le permitió vivir sus secretas fantasías con juegos prohibidos y, con un hombre rudo y vulgar, a quien no conoció, pero que jamás olvidó.