5 Poemas cortos de Jaime Sabines

Jaime Sabines (1926-1999) fue un poeta mexicano perteneciente a la conocida Generación del Medio Siglo. Hijo de Julio Sabines de origen libanés, luego éste emigró a Cuba y en 1914 se erradicó en México con su familia, desde siempre Julio inculcó en su familia y específicamente en su hijo el gusto por la literatura, de hecho, Jaime Sabines se refiere a su padre como su inspiración y motor para dedicarse y destacarse en la poesía. Jaime Sabines dedicó sus primeros años en la poesía para la introspección, hecho que trajo abundantes frutos y obras excelentes por parte del autor. En este artículo te traemos 5 poemas cortos del autor Jaime Sabines lo cuales son realmente inspirados estamos seguros que serán de inspiración y ayuda para nuestros lectores.

Jaime Sabines: El legado de un exquisito poeta mexicano

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poemas cortors de Jaime Sabines

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1. Codiciada, prohibida

Codiciada, prohibida,

cercana estás, a un paso, hechicera.

Te ofreces con los ojos al que pasa,

al que te mira, madura, derramante,

al que pide tu cuerpo como una tumba.

Joven maligna, virgen,

encendida, cerrada,

te estoy viendo y amando,

tu sangre alborotada,

tu cabeza girando y ascendiendo,

tu cuerpo horizontal sobre las uvas y el humo.

Eres perfecta, deseada.

Te amo a ti y a tu madre cuando estáis juntas.

Ella es hermosa todavía y tiene

lo que tú no sabes.

No sé a quién prefiero

cuando te arregla el vestido

y te suelta para que busques el amor.

2. Tú tienes lo que busco

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Tú tienes lo que busco, lo que deseo, lo que amo,

tú lo tienes.

El puño de mi corazón está golpeando, llamando.

Te agradezco a los cuentos,

doy gracias a tu madre y a tu padre,

y a la muerte que no te ha visto.

Te agradezco al aire.

Eres esbelta como el trigo,

frágil como la línea de tu cuerpo.

Nunca he amado a una mujer delgada

pero tú has enamorado mis manos,

ataste mi deseo,

cogiste mis ojos como dos peces.

Por eso estoy a tu puerta, esperando.

3. La luna

La luna se puede tomar a cucharadas

o como una cápsula cada dos horas.

Es buena como hipnótico y sedante

y también alivia

a los que se han intoxicado de filosofía.

Un pedazo de luna en el bolsillo

es mejor amuleto que la pata de conejo:

sirve para encontrar a quien se ama,

para ser rico sin que lo sepa nadie

y para alejar a los médicos y las clínicas.

Se puede dar de postre a los niños

cuando no se han dormido,

y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos

ayudan a bien morir.

Pon una hoja tierna de la luna

debajo de tu almohada

y mirarás lo que quieras ver.

Lleva siempre un frasquito del aire de la luna

para cuando te ahogues,

y dale la llave de la luna

a los presos y a los desencantados.

Para los condenados a muerte

y para los condenados a vida

no hay mejor estimulante que la luna

en dosis precisas y controladas.

4. Amor mío, mi amor, amor hallado

Amor mío, mi amor, amor hallado

de pronto en la ostra de la muerte.

Quiero comer contigo, estar, amar contigo,

quiero tocarte, verte.

Me lo digo, lo dicen en mi cuerpo

los hilos de mi sangre acostumbrada,

lo dice este dolor y mis zapatos

y mi boca y mi almohada.

Te quiero, amor, amor absurdamente,

tontamente, perdido, iluminado,

soñando rosas e inventando estrellas

y diciéndote adiós yendo a tu lado.

Te quiero desde el poste de la esquina,

desde la alfombra de ese cuarto a solas,

en las sábanas tibias de tu cuerpo

donde se duerme un agua de amapolas.

Cabellera del aire desvelado,

río de noche, platanar oscuro,

colmena ciega, amor desenterrado,

voy a seguir tus pasos hacia arriba,

de tus pies a tu muslo y tu costado.

5. Después de todo -pero después de todo

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Después de todo -pero después de todo sólo se trata de acostarse juntos,

se trata de la carne,

de los cuerpos desnudos,

lámpara de la muerte en el mundo.

Gloria degollada, sobreviviente

del tiempo sordomudo,

mezquina paga de los que mueren juntos.

A la miseria del placer, eternidad,

condenaste la búsqueda, al injusto

fracaso encadenaste sed,

clavaste el corazón a un muro.

Se trata de mi cuerpo al que bendigo,

contra el que lucho,

el que ha de darme todo

en un silencio robusto

y el que se muere y mata a menudo.

Soledad, márcame con tu pie desnudo,

aprieta mi corazón como las uvas

y lléname la boca con su licor maduro.

Conclusión

Jaime Sabines fue un poeta mexicano destacado que trabajó temas como el amor, la soledad y la muerte en un estilo directo y sencillo. Sus poemas cortos son una muestra de su habilidad para expresar sentimientos complejos de manera sencilla y conmovedora.

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Médico General de la ULA. Residente de Traumatología y Ortopedia. Librepensadora, lectora empedernida, escritora por naturaleza, amante de la ciencia y de la música.

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