Biografía de un prolífico dramaturgo
William Shakespeare nació en Inglaterra aproximadamente en el año 1564. Es ampliamente reconocido por obras lierarias de su propia autoría que hacían reír y llorar a un gran número de personas, sin importar su temple ni la forma particular de percibir el mundo.
Desgraciadamente, no se sabe con exactitud mucho sobre su vida ni cuáles fueron sus experiencias, a excepción de lo que plasmó en su trabajo.
¿Qué es un soneto?
Existen miles de explicaciones para dar a entender lo que implica un soneto, pero a la hora de enseñar los hechos de maneras más sencillas, las añadiduras y la pomposidad de las palabras no son necesarias.
Un soneto es un escrito conformado por una estructura clásica de origen italiano, que está formada por catorce versos de once sílabas cada uno, estos se siguen subdividiendo.
Para los que quieran profundizar en el tecnicismo detrás de los sonetos, recomendamos la siguiente lectura:
Sonetos de William Shakespeare
William Shakespeare era un experto cuando se trataba de realizar correctamente lo antes descrito, y tomando como referencia y guía a un libro lanzado por la editorial EDUVEN, en donde residen los escritos próximamente nombrados, aquí les traemos unos cuantos sonetos que harán retumbo en cualquier corazón al cual se le dediquen estas palabras.
Primer soneto
Como en el escenario un mal actor
a quien el miedo impide interpretar su papel
o como un poseído lleno de furor
cuyos excesos debilitan su propio corazón,
así yo, carente de confianza, me olvido
de cumplir el rito perfecto del amor,
y, sobrecargado con el peso de mi amor,
hago que disminuya la energía de éste.
¡Oh! Que mis libros sean, pues, viva elocuencia,
mudos augures del corazón que te grita,
y que reclama amor y busca recompensa
más mi lengua, tanto tiempo explícita.
Aprende a leer lo que mi amor en silencio ha escrito;
que oír con la mirada es fina sutileza del amor.
Segundo soneto
A mí no me entristece el que ella sea tuya,
aunque sí es cierto que la amaba tiernamente.
La causa de mi llanto es que tú seas de ella,
perdido amor que tengo tan cercano.
Amantes que me herís, quiero excusaros:
tú la amas porque sabes que yo la amaba;
y por mi amor me engaña ella de ese modo,
haciendo de mi amigo la causa de su engaño.
Si te pierdo, eres ganancia de mi amada,
si la pierdo a ella, la ha encontrado mi amigo.
Os encontráis los dos, y yo os pierdo a ambos,
y uno y otro, por mi amor, me cargáis con la cruz.
Mas soy feliz, porque si mi amigo y yo somos uno solo,
¡Ella sólo ama a mi misma persona!
Tercer soneto
¡Renuévate en tus fuerzas, dulce amor! Que tu filo
no se embote tan pronto; haz como el apetito
que, hoy saciado con nuevos alimentos,
resurgirá mañana con idéntico afán.
Sé como él, amor; aunque hoy hayas saciado
esos voraces ojos hasta cegarlos con la hartura,
vuelve a mirar mañana y no extingas
el espíritu amante que en ti alienta.
Y que el triste intervalo sea como el océano
que separa las costas, a cuya orilla
acuden diariamente dos amantes nuevos
que, al volver al amor, son más radiantes.
O sé como el viento que, lleno de rigores,
hace más deseada la vuelta del estío.
Cuarto soneto
¿Quieres tú que tu imagen tenga abiertas
mis pesadas pupilas en la profundidad de la noche?
¿Deseas que mi tiempo se vea interrumpido
por sombras a ti iguales que alucinan mis ojos?
¿Es tu espíritu el que envías lejos,
fuera de tu mirada, para que espíe mis actos,
para que me sorprenda en franquezas fugaces,
objeto y base de tus celos?
¡Oh, no! Tu amor, aunque intenso, no lo es tanto.
Es mi amor el que abre de par en par mis ojos,
mi propio y fiel amor, que turba mi reposo
para hacerme guardián de tu desvelo.
Velo por ti, mientras tú te desvelas
lejos de mí, ya cansado de otros.
Quinto soneto
Cuando me muera, llora sólo por mí
mientras dure el siniestro clamor de la campana
que anuncie que he dejado este vil mundo
para vivir con los gusanos, aún más viles.
Si lees estas líneas, no debes acordarte de la mano
que las trazó, porque te aprecio tanto
que prefiero quedar de ti olvidado,
que causarte dolor cuando en mi pienses.
Y si ves estos versos cuando yo sea arcilla,
no repitas siquiera mi desgraciado nombre;
lo que has de permitir, por el contrario,
es que tu amor se esfume con mi vida.
No sea que el mundo pueda ver tu pena
y se burle de ti por causa mía.
Sexto soneto
¿Dónde estás, musa, que tanto tiempo olvidas
la alabanza del que te da toda tu fortaleza?
¿Gastas tu ardor en otro indigno canto
apagando tu brillo en viles temas?
Vuelve, musa, y repara en seguida
con nobles versos, el pasado perdido;
canta para el que te da, además, tema y acento.
Levántate para mirar si el Tiempo
ha arrugado el semblante de mi amor.
Y si eso vieras, satiriza al Tiempo
y haz que todos desprecien sus estragos.
Gánale al Tiempo y pregona mi amor
antes de que él lo siga con su corva guadaña
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Conclusión
De la mano del magnífico William Shakespeare se destacan extraordinarias obras de teatro y demás maravillas literarias, entre las cuales se encuentran sus espléndidos sonetos. Estos nos enseñan sobre el amor y los hechos imprescindibles del tiempo, más que cualquier película sobrevalorada producida actualmente en Hollywood.