9 cuentos Navideños especiales para las fiestas

Diciembre, mes de reflexiones donde nos encontramos como personas y buscamos el calor de la familia. Es sin duda la festividad que desde pequeños nos alumbra el corazón y anima nuestros sentimientos. Aquí te traemos 9 cuentos navideños:

El niño descalzo

Hace ya unos años en un pueblo francés de personas trabajadoras y honradas vivía un pequeño niño de nombre Pier. Era huérfano de padres cuando apenas era un recién nacido. Obligándolo así a vivir con su tía, una señora conocida por su amargura y tacañería quien nunca había demostrado ni una sola gota de cariño hacia su sobrino. Puesto que lo único que le hacían brillar sus ojos era el dinero ya no era de extrañarse que hiciera todo lo posible por no gastarlo.

Vivian en una casa muy sombría con poca decoración y gélida en invierno. Frecuentemente comían sobras y pan duro, y para calentarse utilizaban aceite viejo. El pequeño Pier nunca había tenido zapatos puesto porque su tía no estaba dispuesta en gastar su dinero para él. A pesar de la vida difícil que el pequeño Pier tenía, nunca había perdido su brillo y bondad, su corazón permanecía intacto y noble, nunca se quejaba de los malos tratos. Al contrario hacia relucir la famosa frase “al mal tiempo buena cara”.

El niño descalzo

Un día, comenzando el invierno, el pequeño Pier talló unos zapatos de madera con la finalidad de proteger sus pies de la gélida nieve. La noche antes de navidad, sus nervios se hacían relucir, la espera de papá Noel, ya que al momento de llegar con su tía, luego de visitar unos parientes, debería dejar en la ventana sus zapatos de madera para que papa Noel pudiera dejarle sus regalos.

Camino a casa y faltando solo un pequeño trayecto, el pequeño Pier logro ver un pequeño niño que temblaba de frío y tenía sus pies gélidos puesto que no tenía tampoco zapatos. El pequeño Pier se conmovió tanto con lo que sus ojos presenciaban que corrió hacia el niño y se quitó uno de sus zapatos y se lo entrego sin pensarlo.

– Ya has perdido uno de tus zapatos. – Lo regañó su tía. – Ni sueñes que te dejare usar otro tronco de leña para hacer uno nuevo. –

Por si fuera poco terminó diciéndole en tono refunfuñón – ahora vete a la cama sin cenar-.

Muy triste Pier se fue a su habitación pero no sin antes dejar su único zapato en la ventana. A la mañana siguiente muy temprano Pier se despierta y ya podía escuchar a los niños jugar con sus juguetes nuevos fuera. Pier corrió a la ventana en busca de algún indicio bien merecido. Y fue de repente que Pier se quedó parado con un nudo en la garganta y sus ojos brillaban como la estrella más radiante. Papa Noel no solo le había dejado un par de zapatos nuevos y relucientes, le había dejado un gran número de juguetes y cosas para pasar el invierno como calcetines nuevos, gorros, bufandas e incluso mantas de gran calidad y por si fuera poco una cesta llena de comida.

Pier emocionado, salió de su casa y pudo apreciar en el horizonte un trineo que a lo lejos se deslizaba en la nieve alejándose cada vez más. El trineo era conducido por un hombre barbudo pero lo más interesante era que en su compañía se encontraba un niño pequeño con traje blanco y que en su mando sostenía un pequeño zapato de madera. Pier nunca olvidó ese día y siguió siendo un niño bueno y bondadoso siempre, sin importar las circunstancias de la vida.

La leyenda del gnomo

Duende de navidad

Esta es la historia de un pequeño gnomo que cada Noche Buena se dedicaba a acompañar a Papa Noel en Suecia. Era un ser de pequeño tamaño pero grande en bondad. Sin embargo, tenía un problema que lo aturdía y era su timidez. Siempre estaba dispuesto en ayudar a encontrar animales y juguetes perdidos.

Cuenta la leyenda que un frio día, el pequeño gnomo se encontraba paseando por el bosque cuando de repente se encontró un reno con la nariz roja que se encontraba atrapado en unos arbustos, y al lado un hombre robusto de barba larga intentando liberarlo pero sin éxito. El pequeño gnomo no dudó ni un segundo, se decidió a ayudarlo logrando así liberar al pequeño reno. Gracias a su labor, Papa Noel logro cumplir con su misión. A partir de ese día, todos los diciembres, Santa busca al pequeño gnomo para que lo ayude con su trabajo en sus tierras. Demostrando así que la cooperación y el espíritu de ayudar a los demás es lo que nos identifica como personas.

La pequeña cerillera

Ya el día acababa y las familias se acomodaban junto al fuego para compartir lo que sería una noche navideña cálida, con sus seres queridos, para luego compartir sus abundantes manjares. Afuera en la calle helada se encontraba ella, la joven vendedora de cerillas, con los huesos helados del frio, sus pies cubiertos de nieve y su mirada desvanecida del cansancio. Así se encontraba la joven vendedora de cerillas que a pesar del imponente frio, de la desesperanza de no haber ganado ni una sola moneda, seguía insistiendo: –¿quiere una caja de cerillas señora?, cerillas cerillas-. Pero nadie se percataba de su insistencia, pasaban al lado sin ni siquiera verla los solitarios caminantes de esa calle gélida.

Se acercó a un rincón de la calle para intentar resguardarse del viento helado, sus manos temblaban y estaban enrojecidas y ya casi ni podía moverlas. Decidió encender una cerilla para calentarse. Con mucho dolor por perder la cerilla que ya no vendería, la enciende y pudo ver como una hermosa llama se encendía ante sus ojos y, de repente, apareció en un gran salón donde había una gran estufa que emanaba calor. Era tan cálido y se sentía tan seguro, que la vendedora se sintió segura y cálida, pero en ese momento la cerilla se apagó y todo lo que estaba ante sus ojos desapareció inmediatamente.

Cerillera

–Probare con otra cerilla- pensó la pequeña vendedora.

En esa ocasión apareció en frente de un gran banquete con las delicias que nunca había probado y recordó los días que llevaba sin comer ni un bocado, intento alcanzar aunque fuera un poco de ese gran festín y cuando estaba ya por lograr agarrar un poco se apagó la cerilla. No pensó ni un segundo para aprender la tercera cerilla, lo que había visto con las dos anteriores la tenían hipnotizada.

-Ohhh- Exclamo la pequeña, frente a ella ahora se encontraba el árbol navideño mas grande y reluciente que nunca había visto. Las luces y adornos eran despampanantes, quiso apreciarlo más de cerca y tal como había aparecido, se desvaneció esa hermosa y cálida imagen.

Rápidamente busco otra cerilla y la encendió pero esta vez apareció frente a ella la persona más importante en su vida “su abuela”. -¿Abuela, que haces aquí? No sabes cuánto deseaba verte, por favor no te vayas llévame contigo, te echo de menos. – Ya se había percatado que la cerilla estaba a punto de apagarse. Continuó encendiendo cerillas constantemente para poder estar al lado de su abuela hasta que terminó por agotarlas todas. Y ya, con la última cerilla encendida en mano, su abuela se acercó a ella y la tomo de una mano y se fueron juntas. Así la pequeña cerillera dejo de tener frio y hambre y comenzó a sentir una gran felicidad en lo más profundo de su corazón.

A la mañana siguiente una persona paso por el rincón donde se había resguardado la pequeña cerillera y la encontró acurrucada rodeada de cerillas quemadas completamente helada por el frio, pero con una sonrisa en su rostro gélido.

-Pobre alma-. Exclamó el extraño.

No sabía que en realidad esa pequeña cerillera se había marchado con su abuela a un lugar mejor.

El encuentro con Papá Noel

El encuentro con san nikolas

Era un 24 de Diciembre y el pequeño José, de 8 años, se encontraba acostado en su cuarto. Él sabía que papa Noel no existía pero en el fondo de su corazón aún existía una pequeña esperanza. Sus padres dormían pero José escucho un extraño ruido en la sala de su casa. Con cuidado bajó las escaleras y sus ojos se maravillaron cuando en frente de él se encuentra a Papá Noel, aunque no era tan parecido a las imágenes que toda su vida había visto.

-Sabía que eras real- exclama el pequeño José.

Papa Noel se sorprendió al percatarse que había sido encontrado por el pequeño y le dijo con voz cálida y tenue: – Jovencito deberías estar durmiendo pero te la dejare pasar por alto si esta ve me ayudas con algo -. El pequeño José estaba muy emocionado con la presencia de quien siempre pensó no era real. – Claro Santa, ¿Qué necesitas?-

-Necesito que me regales unas cosas, perdí unos regalos en el camino para gente pobre y por ello quiero que me ayudes. ¿Lo harás?-

-Claro que sí Santa, manos a la obra-

Así fue como Santa se llevó el televisor, el equipo de sonido y utensilios de la casa.              

Gato

Gatinho navidad

Primera navidad como inmigrante, se encontraba sola alejada de sus seres queridos, que odia celebrarse esa solitaria noche. No preparó nada para cenar, solamente una comida recalentada en microondas la esperaba junto al televisor el cual encendió y se dedicó a ver documentales.

Al momento de sonar las doce de la noche ya era imposible omitir el sentimiento y comenzó a llorar desconsolada. Se sentía la soledad en todas partes, pero sintió en sus piernas una pequeña caricia, miro hacia abajo y ahí estaba Costello su pequeño gato, lo alzo y comprendió que no estaba sola. –Gracias cariño, feliz navidad-.

La bolsa de los milagros

En vísperas de la navidad un maestro se le vino a la cabeza asignar a sus alumnos unas tareas y al culminar la clase les dijo:

-Chicos saben bien que la navidad es una época especial y por ello debemos brindar alegría a quien lo necesite. Así que no les mandare tareas, en cambio quiero que brinden alegría a todos los niños que puedan-.

Un grupo de chicos se colocaron de acuerdo y se propusieron en cumplir con lo pedido por el profesor. Uno tuvo la idea de comprar regalos y llevarlos al hospital más cercano. Así que los pequeños fueron con sus padres, recolectaron dinero, compraron regalos y los metieron en una gran bolsa.

La bolsa de regalos
GU301. CIUDAD DE GUATEMALA (GUATEMALA), 20/12/2017.- Un niño paciente del Hospital San Juan de Dios juega con unos globlos que Santa Claus le regaló hoy, miércoles 20 de diciembre de 2017, en la ciudad de Guatemala (Guatemala). Santa Claus visitó el segundo hospital público más grande de Guatemala para entregar regalos a los niños, actividad que se ha realizado por 34 años consecutivos. EFE/Esteban Biba

En nochebuena se disfrazaron de Santa y se decidieron a ir al hospital donde se encontrarían niños en situaciones difíciles y que un regalo no les vendría para nada mal. Al llegar al hospital se desconcertaron al ver que era el doble de niños lo que se encontraban y triplicaba el número que ellos habían calculado. Tristes los pequeños santas, se reunieron y decidieron darle los regalos a los más pequeños y explicarle a los más grandes la situación.

Los pequeños santas decidieron comenzar a repartir los regalos pero cuando llevaban la mitad de los regalos entre risas y juegos olvidaron que no tenían tantos para todos. Pero algo sorprendente ocurrió, y es que poco a poco todos los niños comenzaron a tener sus regalos y la bolsa seguía aun por la mitad, cuando se dieron cuenta de la situación ya todos los niños tenían sus regalos. Nunca más volvieron a ver a su maestro ya que el director les informó que había cambiado de escuela. Los niños quedaron con el grato recuerdo de esa navidad donde pudieron brindar felicidad a todos los niños del hospital.

La No navidad

Érase una vez un pueblo donde todos los días era navidad excepto dos semanas al año. Las personas se vestían alegremente, los niños jugaban afuera de sus casas, la familia se llamaba todos los días para saber como estaban, los amigos se mantenían en contacto a diario para saber cómo les estaba yendo, todo el mundo demostraba su bondad con obras caritativas, las cenas eran siempre en familia, las tiendas relucían en las noches e iluminaban de manera despampanantes, todo era mágico y de ensueño. Las otras dos semanas bueno, no valen la pena describirlas.

Muñeco de nieves en apuros

Muñeco de nieve

El pequeño Manolo se tropezó con un una gran montaña de nieve a mitad del prado no tenía ni idea de cómo reaccionar. A primera vista parecía que había ocurrido una avalancha que llevó el montículo hasta ese lugar, pero el pequeño Manolo pensó que más bien había algo debajo de ese gran montículo de nieve y que, quizá, necesitaría ayuda. Así que empezó a cavar y quitar poco a poco la nieve pero a pesar de que quitaba y quitaba nieve siempre se encontraba la misma nieve simulando la forma de la montaña. Ahí fue cuando Manolo cayo en cuenta de lo que en realidad estaba ocurriendo.

Érase una vez un señor llamado Miguel, que se encontraba cansado de ver en las noticias puros sucesos negativos. Que deseo tener una navidad buena de que todas las personas fueran realmente generosas.

Cuando salió de su casa al día siguiente quedo sorprendido al notar que los conductores de los coches no se insultaban, los niños jugaban felices en las calles, las personas se trataban de una manera especial, personas donaban a quien más lo necesitaba.

Navidad a la fuerza

El señor estaba tan complacido por lo que miraban sus ojos que decidió ir al supermercado donde compraba normalmente sus cosas para dejar una generosa propina a la cajera, quien con su rostro demostraba no llevar una vida fácil. Lo interesante fue al momento de dejar la propina, una fuerza inexplicable lo obligó a dejar casi todo el dinero que tenía en su cartera. Confundido con lo ocurrido decidió ir al gimnasio, pero sin darse cuenta tomo el bus equivocado, terminando en frente de una prisión y pasando la tarde compartiendo con los presos.

Enfadado por la extraña situación por hacer cosas que, aunque eran buenas acciones, eran en contra de su voluntad. Cayó en cuenta clara que era todo culpa del deseo que pidió el día anterior. Se dio cuenta que no era la persona correcta para desear e imponer la generosidad en las personas, ya que su forma de pensar y su manera de ver la justicia era igual a los demás.

Árbol de Navidad

Árbol de navidad

La pequeña Alicia estaba muy conmocionada, había un pequeño árbol creciendo en su jardín. Le encantaban los árboles pero nunca había tenido el suyo propio, pasaron los días y cada mañana lo regaba y le daba un gran abrazo antes de ir al colegio. Un año después una navidad, al llegar del colegio, Alicia abrió la puerta de su casa y vio a su hermoso árbol en medio de la sala adornado con luces y regalos. Afuera yacía la raíz y parte de su tronco, su padre le sonrió y esperando un abrazo se acercó a Alicia, pero solo pudo apreciar como la pequeña corrió y se encerró en su habitación.

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Estudiante de medicina, ULA. Músico. Cinéfilo. Apasionado por la lectura bélica.

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