Tal vez tuviste que enfrentar durante la secundaria a esta obra y ni te diste por enterado de que estabas frente a una de las joyas más preciadas de la literatura universal. En esta oportunidad te presentamos algunos aspectos a considerar en lectura de El Cantar de Mío Cid en el marco de el viaje como elemento estructurante de su trama y argumento.
La literatura española es una de las más prolíficas en cuanto a cantidad de verdaderos clásicos. Uno de estos, es precisamente El Cantar de Mío Cid, una obra universal que tarde o temprano siempre llega a nuestras manos para que la disfrutemos en toda su extensión. Es ante todo un poema, un canto que narra las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar, un caballero castellano inmerso en un complejo proceso de recuperación del honor, un viaje, físico y psicológico, de ida y vuelta al rescate de la honra pérdida.
El Cantar de Gesta y la Épica Española
Se trata de un cantar de gesta, un género de poesía cantado por los juglares –poetas/trovadores- medievales donde se narraban las aventuras y hazañas de personajes prominentes que en su entorno eran considerados héroes.
El cantar de gesta fungió durante toda la Edad Media como un medio de difusión de las noticias más importantes que recorrían las villas y ciudades europeas, noticias de los hechos que marcaban el acontecer político, social y religioso de esa época. No obstante, la veracidad de estas historias era constantemente alterada, ya fuese por la omisión o inclusión intencional de elementos a consideración del intérprete, o simplemente porque la interpretación de las historias se iba modificando en los avatares del tiempo, la geografía y las constantes traducciones a las que eran sometidas.
Los juglares, acompañados de instrumentos musicales como el Laúd, recitaban sus poemas en las calles, en palacios o en salones, donde quiera que fueran bienvenidos para cantar las epopeyas a cambio de dinero o de un plato de comida.
La épica española es, en ese sentido, el género literario en el que desde nuestra época, enmarcamos todos los poemas y cantares españoles de los que aún se conserva registro. Generalmente alude al territorio de lo que conocemos como España y se enfoca en los poemas relacionados con la historia nacional de este país durante la Edad Media.
Quizás te interese leer estos Horacio Quiroga: “Decálogo para ser un perfecto cuentista“
Destacan en la poesía épica española tradicionales cantares de gesta castellanos como “Mio Cid”, “Leyendas del Conde Fernán González”, “Cantar de Zamora” “Historia de los siete infantes de Lara”, entre otros. Todos con la particular característica de ser anónimos, puesto que el cantar de gesta, por ser precisamente un poema de origen popular y ambulante, era un cantar de todos y de todas partes.
Rodrigo Díaz de Vivar, El Campeador
Aunque el cantar de gesta podía hablar de personajes y aventuras fantásticas, generalmente se estructuraban en la narración de hechos y personajes de la vida real. La historia de los grandes hombres del Medioevo español, caballeros al servicio de algún rey, y la lucha guerra santa por expulsar a los musulmanes de la península ibérica, serán los temas que con frecuencia integrarán su narrativa.
En el caso del poema Mío Cid, nos encontramos ante la historia cantada de las hazañas y aventuras de Rodrigo Díaz, un caballero castellano proveniente de la ciudad de Vivar que vivió entre el 1048 y 1099 d.c.,
Para unos, considerado como un mercenario para otros como un héroe nacional, ese personaje conocido como El Campeador –luchador o guerrero- fue un caudillo que luchó en plena Guerra de la Reconquista española y que consiguió conquistar la ciudad de Valencia y dominarla a través de un señorío independiente hacia el oriente de la península ibérica.
Te podría interesar leer estos 10 importantes hechos históricos de la humanidad
El Cantar del Mío Cid
Este poema anónimo se supone fue compuesto entre los siglos XII y XIII y reúne los elementos que resultaban primordiales en las noticias esperadas por los españoles de la época inmersos en una guerra contra los musulmanes. En plena lucha por la reconquista y el surgimiento de la Corona de Castilla como baluarte y líder de esa guerra, el Cid Rodrigo Díaz de Vivar representa el ideal caballeresco: la guerra como oficio, un profundo sentido de lealtad cristiana y nacional, y el resguardo de las costumbres castellanas frente a la influencia islámica.
Su estructura narrativa se compone de tres cantos en los que se pone de manifiesto como centro de la obra el honor de Rodrigo Díaz y su lucha por la recuperación de este en medio de la lucha contra las infamias y los enemigos en el campo de batalla.
Un viaje de ida y vuelta al rescate del honor perdido
En la poesía épica el viaje representa uno de los elementos más importantes en la estructuración narrativa y argumental de la historia que es cantada. Desde la tradición épica griega con poemas como La Odisea o La Ilíada de Homero, pasando por la tradición latina con La Eneida de Virgilio, el viaje comporta una significación especial en las hazañas del héroe, es allí donde puede demostrar su valentía y su honor, es allí donde puede vencer los obstáculos que se le presentan a su paso para demostrar que es distinto al resto de los mortales. Veamos como se expresa esto en el Cantar del Mío Cid:
1er Cantar, El Destierro:
El Cid es desterrado de Castilla por el Rey Alfonso VI , tras ser acusado falsamente de haberse quedado con un dinero que debía recaudar para el monarca. Sale de Vivar a cumplir su destierro, lleva consigo vasallos y parientes, dejando atrás sus haciendas y palacios desiertos. Llega a Burgos donde es rechazado y nadie le da posada por orden del rey. Para continuar su viaje presta dinero a unos mercaderes judíos y llega hasta el monasterio de San Pedro de Cardeña, allí deja a su esposa Doña Jimena y a sus dos hijas (Elvira y Sol) al amparo de los religiosos para entonces cruzar la frontera oriental de Castilla y dar inicio a su destierro.
Y en territorio moro –musulmán- comienzan sus triunfos militares: asalta Castejón y Alcocer, vence a los moros en Calatayud y del botín de guerra envía valiosos presentes al Rey Alfonso. En respuesta, Alfonso envía refuerzos al ejército del Cid.
2do Cantar, Las Bodas de las Hijas del Cid:
El Cid conquista Valencia y envía nuevos presentes a su rey. Alfonso VI permite entonces que la esposa e hijas de Rodrigo Díaz se dirijan a Valencia para que vivan junto a él, las cuales son recibidas con grandes honores en esa ciudad.
Las hazañas militares del Cid generan una gran envidia entre sus enemigos castellanos a través de los infantes de Carrión, dos hermanos que solicitan en matrimonio a las hijas del Cid ante el rey, quien accede. Las bodas se efectúan con un gran festín que se prolonga durante quince días y el Cid, en honor a sus nuevos yernos, les regala a estos las espadas de Tizona y Colada.
3er cantar, La Afrenta de Corpes:
Es el cantar con mayor fuerza poética de toda la obra.
Los Infantes de Carrión habían demostrado su cobardía en el campo de batalla reiteradas veces, lo que provocaba la burla de los soldados del Cid para con ellos. Aunque el Cid intenta mediar para menguarles la vergüenza, los infantes traman una venganza contra él, su nombre y su casa.
Los infantes piden al Cid permiso para llevarse a sus esposas a Carrión, y durante el camino en el robledal de Corpes desnudan a sus esposas, las maltratan, las azotan y las dejan atadas a un árbol.
Es aquí donde se pone a prueba el honor del Cid, puesto que este ante tal afrenta no toma venganza, sino que pide justicia ante el rey, quien se la concede. Los Infantes de Carrión son apresados y sometidos a duelo en el que los hombres del Cid les dejan moribundos para luego ser despojados, por orden del rey, de todos sus bienes y la consecuente anulación del matrimonio con Elvira y Sol.
El poema culmina con la solicitud de los infantes de Navarra y Aragón ante el rey, de la mano en matrimonio de las hijas del Cid Campeador. Rodrigo Díaz de Vivar ve entonces restituida su honra ante el rey quien le vuelve a reconocer como su fiel vasallo.
El viaje físico y geográfico del Mío Cid se plantea entonces desde Castilla hasta Valencia y nuevamente de regreso de Valencia hasta Castilla, en un proceso que lleva al Cid del destierro a la guerra y de la guerra hasta el perdón del rey Alfonso VI; pero es también un viaje psicológico en el que el Cid parte al destierro ofendido y avergonzado, despojado de todo honor, para ir al campo de batalla y a partir de la lucha, la valentía y la lealtad restituir su honor esta vez con valor agregado. Es un viaje de ida y vuelta no solo para el Cid, también para el lector que sepa adentrarse con vehemente audacia en las filas de Rodrigo Díaz, el Campeador de Vivar.
Te podría interesar también:
- Los 11 principios de la propaganda nazi que se siguen usando
- Por qué los libros físicos no han sido sustituidos por los E-Books
- El Dr. House nos enseña el método científico
- Los tipos de Virus Informáticos y cómo evitarlos
Por Néstor D. Rojas López