Sembrar el petróleo: Significado de esta expresión

Escuchar la expresión “Sembrar el Petróleo” no puede más que generarnos desconcierto si consideramos en términos literales, lógicos y técnicos que el petróleo no es susceptible de ser devuelto a la tierra sin que se comprometa su utilidad. Sin embargo, su consideración cobra sentido si nos apegamos a su función retórica y de cómo esta frase es crucial para comprender la dinámica y la proyección económica de los países productores de materias primas y en especial de petróleo.  

El siglo XX puede considerarse sin temor como el siglo del petróleo. La importante influencia de este rubro se evidencia transversalmente en todos los ámbitos de la vida cultural del mundo ya sea como materia prima para la elaboración de productos o como fuente de generación de energía. El boom de los motores de combustión interna a principios del siglo XX y su consecuente masificación en el mercado, propició una alta de manda de petróleo que bien pronto fue cubierta con la explotación masiva de este recurso en áreas geográficas del mundo muy puntuales.

Pero uno de los aspectos más resaltantes de la explotación petrolera, es que donde quiera que se llevara a cabo, esta terminaba por modificar las pautas culturales de la sociedad. Así pues, se puede decir que se gestó en muchos países, con sus salvadas particularidades, una cultura del petróleo que bien podía verse como una bendición o como una maldición.

sembrar el petroleo
tomada de wikimedia commons

Inevitablemente, el siglo XXI es de igual forma un siglo en el que la importancia del petróleo no ha desaparecido, pese a las fuentes alternas de energía que se han puesto al alcance del mercado, las energías fósiles siguen siendo más eficaces, aunque más contaminantes.

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El petróleo: “excremento del diablo”

Pese a las grandes sumas de dinero que la explotación y comercialización petrolera puede generar, ya sea desde el ámbito público o privado, no siempre esto se traduce en la riqueza real o factible de las naciones donde se produce. Esto es lo que desde muchas opiniones críticas se denomina como la maldición de las materias primas.

Desde Venezuela, uno de los países con las reservas más grandes de petróleo, uno de los teóricos más importantes al respecto fue el diplomático Juan Pablo Pérez Alfonzo, quien sin ambages denominó al petróleo como “el excremento del diablo”. Desde su concepción,  la fuerza destructiva que puede generar el aluvión de dinero que entra a un país por concepto de renta petrolera puede ser tanto o más destructiva que la generada por una recesión económica o un déficit fiscal. Esta evidente contradicción se explica por la escasa capacidad de administración eficiente de los países receptores de esta fortuna.


libro el excremento del diablo

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Para un escritor venezolano como Moisés Nahim, esta realidad no solo se reduce a los países productores de petróleo, sino que se extiende a casi todos los países productores de materias primas. En sus palabras “El petróleo empobrece. Los diamantes, el gas y el cobre también. Los países pobres que cuentan con abundantes recursos naturales suelen ser subdesarrollados.”

Esta perspectiva pesimista acerca de los aportes que deja la explotación petrolera (o bien de cualquier otro rubro de importancia) en los países productores, es una de las más extendidas, y se comprende mejor en los lugares donde se vive la realidad económica y social que genera la cultura del petróleo.

¿Maldición o mala administración?

Las incongruencias sociales que presentan muchos de los países productores de materias primas, tienen su origen, paradójico, en los altos ingresos generados por una economía que generalmente crece con anormalidades congénitas.

Esto quiere decir que la aparente fortaleza económica que le brinda la explotación de una materia prima con alta demanda a un país determinado, puede propiciar no solo la estructuración de verdaderas redes de corrupción por las cuales se desvían los recursos, sino que además, la relativa bonanza que experimenta de forma circunstancial una sociedad en estas condiciones, hace que otras áreas o sectores de la economía se descuiden y hasta desaparezcan.

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Por tanto, el aparato productico de un país crece de forma anormal, y hasta digamos macro cefálicamente. Con el dinero generado por conceptos de renta, un país tiene dos opciones: o invierte en fortalecer su aparato productivo o lo descuida supliendo su efectividad con la importación casi total de las demandas y necesidades internas. Pues bien, la maldición del petróleo o de las materias primas radica fundamentalmente en eso, en la desaparición de los aparatos productivos y en la desviación de recursos en gastos suntuosos sin ninguna previsión ni cuidado en el ahorro a futuro. En países donde es el Estado el que ejerce la dirección y control de la explotación petrolera esto se hace más evidente, pues aunado al populismo, los gobiernos generan tantos gastos en tiempos de bonanza petrolera que se convierten a la vuelta de la esquina en déficit económico cuando llegan los tiempos de las vacas flacas.

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Noruega y el petroleo
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Sin embargo, la experiencia durante el siglo XX y parte del XXI en cuanto a esta realidad, ha generado casos excepcionales de países en los que el petróleo producido, lejos de ser despilfarrado, se convierte en la posibilidad de ahorro real de la sociedad, como es el caso de los fondos de ahorro de un país tan sólido como Noruega.

Sembrar el petróleo

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Venezuela, hasta no hace mucho uno de los exportadores de petróleo más importantes del mundo, resulta un caso emblemático, al igual que Noruega, pero en el caso contrario, como un ejemplo de muy mala administración de la renta petrolera. La recesión económica y la crítica desaparición de su aparato productivo que se ha hecho patente en la segunda década del siglo XXI tienen su principal explicación en las malas políticas públicas de inversión.

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No obstante, fue precisamente desde Venezuela donde se genero la premisa teórica de “Sembrar el Petróleo”, de la mano del insigne intelectual venezolano Arturo Uslar Pietri. Aunque muchos atribuyen la autoría de la frase al intelectual y político –también venezolano- Alberto Adriani, fue Uslar Pietri quien publicara en 1937 su célebre ensayo titulado con la frase en cuestión.

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En dicho ensayo Uslar Pietri advertía sobre los peligros que encerraba el deslumbrarse por los magníficos dividendos que traía el aluvión petrolero y descuidar asimismo las demás áreas de la economía venezolana que sería necesario explotar en previsión de que el petróleo en el momento que “oro negro” se agotara. Esta tesis podemos encontrarla repartida en toda la obra escrita de Arturo Uslar Pietri, especialmente en sus ensayos, donde denunciaba con tino la construcción de un país ficticio que se derrumbaría al faltar los recursos de la renta petrolera.

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Sembrar el petróleo, en síntesis, expresa la idea de que los ingresos obtenidos por concepto de renta petrolera –en lugar de malgastarse-  debían ser ahorrados, o bien, reinvertidos en el fortalecimiento de áreas económicas como la agricultura, la ganadería y la industria: es decir, el fortalecimiento de un aparato productivo que cuya solidez conjurara la volatilidad del mercado de materias primas, el peligro inminente de cuando se hicieran escasos los ingresos petroleros.

Finalmente… Sembrar el Petróleo constituye una frase retórica que encierra en sí el camino lógico de la buena administración de la riqueza cuando esta no es producida directamente por el trabajo sino por la azarosa mano de la naturaleza. Unos países más que otros han logrado diseñar planes económicos sustentables en función de los riesgos del mercado de materias primas, pero resulta también una enseñanza fundamental para el manejo de la economía doméstica en tiempos de abundancia.

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Es historiador, graduado de la Universidad de Los Andes (Venezuela) en el 2011, se desempeña como docente e investigador en el área de Ciencias Sociales.

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