10 Ejemplos de cuentos cortos para niños

Los cuentos cortos para niños son unas de las mejores formas de impartir una enseñanza a las pequeñas mentes de la casa, es a través de un mundo mágico y situaciones que, de una u otra manera, pueden ser capaces de accionar una moraleja dentro de su entendimiento.

De esta forma, se puede lograr un cambio de comportamiento o marcar una lección de vida divertida y jocosa, que se quede como un buen recuerdo en vez de una discusión tediosa.

Con estos 10 ejemplos de cuentos cortos para niños, es fácil dar una lección amigable sobre situaciones que tal vez, sean un tanto difíciles de entender.

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Cuentos cortos para niños:

cuentos cortos para niños

El niño que aprendió a ver

Érase una vez, en un pueblo bastante lejano, vivía Joseph, un niño de 11 años de edad que pasaba el día entero en su bicicleta, jugando a la pelota y hablando con sus amigos.

Realmente, Joseph tenía una vida bastante acomodada, con una casa hermosa, una familia que lo quería, y el apoyo incondicional de su madre, quien con dos trabajos, los mantenía cariñosamente. Pero, algo no le agradaba a Joseph, y en realidad era muy simple: él quería pasar más tiempo con su madre.

Joseph no podía entender cómo es que su madre no tenía tiempo para estar con él, pero si podía pasar el tiempo con una cantidad ilimitada de desconocidos. Entonces, un día que se armó de valor, Joseph le recriminó este hecho a su madre, la cual, muy calma y serena, le dijo:

-Está bien que sientas eso, hijo, ahora, te invito a que veas cómo tu madre saca las cuentas de la casa.-

Joseph, muy decidido a demostrar que su madre era una inconsciente, se sentó con aire altivo y dirigió su atención hacia las notas contables.

-Mira, este es el pago de la hipoteca, el pago de los plazos del auto, el pago del alquiler, el agua, luz, electricidad, condominio…-

Y así siguió la madre de Joseph hasta que su propio hijo, ansioso y desconcertado, le pidió que parece. Haciendo un cálculo a groso modo, Joseph pudo sacar un estimado de lo que era necesario para mantener una casa como la que tenía. En ese momento razonó: mi madre no tiene tiempo porque tiene que cuidar que no me falte nada, todo lo hace por mí y yo he sido un egoísta por no verlo.

-Perdón, madre, no he visto que esto lo haces por mí. A parte, todos los fines de semana me sacas a pasear a muchos lugares, y siempre estás ahí en las noches para acostarme, lo siento.-

-Tranquilo hijo, lo sé, hoy has aprendido a ver.-

Moraleja: En este cuento o juzgues a los demás, sin saber la verdad entera.

Cuento sobre un viaje atropellado

Un día, el señor Antonio fue con su hijo a la ciudad, pues necesitaban nuevas herramientas para labrar el campo. En ese viaje, un burro los acompañó, quien fue su fiel transporte y servicial compañía, pero, cuando entraron a la ciudad, las personas comenzaron a cuchichear: vaya padre tan desconsiderado, tiene a su animal de carga exhausto y ellos, tan campantes en aquel pobre burro.

Entonces, al oír esto, el padre se bajó del burro y dejó solo a su hijo encima del transporte. Nuevamente, las personas comenzaron a cuchichear: pero qué hijo tan desconsiderado, su padre va a pie mientras él, tan campante, descansa en el burro.

Luego de esto, el padre bajó a su hijo del burro y se montó él, mientras que su hijo seguía a pie. Pero nuevamente, las personas comenzaron a hablar en susurros: no es posible que exista un padre tan desgraciado, él va cómodamente en el burro mientras que su hijo los va siguiendo.

Moraleja: no hagas caso a las palabras de los demás, pues si sigues así, un día terminarás llevando al burro, en vez de que él te lleve a ti.

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Amelia, no vayas al bosque

Amelia era una niña hermosa, con una vida perfecta y amigos que la querían. Pero Amelia tenía un gran defecto y era que, no importa qué le dijeran, Amelia hacía lo contrario. Tanto era así, que sus amigos la molestaban diciendo que entendía todo al revés: si su madre decía que algo era de color negro, ella decía que era blanco, pero si su padre decía azul, ella decía que era negro. Realmente, Amelia era una niña bastante desobediente, y un poco insolente.

Un día, Amelia se adentró en el bosque, retando a sus padres ya que le habían dicho claramente que no podía ir al bosque, pues estaba lleno de lobos, y una niña tan pequeña sería presa fácil, y podría morir. Por supuesto, Amelia no hizo caso a esta advertencia y fue directamente hacia la parte más profunda del bosque, pero no contaba con que su padre la venía siguiendo muy de cerca, con un plan en sus manos.

La noche anterior, mientras Amelia dormía, el padre acordó un plan con un vecino, y era el siguiente: cuando Amelia se adentrara en el bosque, el vecino iría disfrazado de un lobo gigante, y le daría un buen susto.

Dicho y hecho, cuando Amelia se disponía a recoger flores, el falso lobo se alzó feroz entre unos arbustos. La niña quedó tan pálida que parecía transparente, y cuando se disponía a correr, su padre la tomó en brazos y salieron corriendo. Cuando Amelia preguntó que qué hacía su padre en el bosque, este solo le dijo:

-¿Has aprendido la lección?, ¿volverás a desobedecer? Te hemos dicho que no te acercaras al bosque, y mira, casi te come un enorme lobo.-  

Amelia, quien estaba aterrada, prometió que nunca más sería desobediente, y así fue, entendiendo que sus padres solo querían lo mejor para ella.

Moraleja: Siempre has caso a tus padres, ya que ellos han vivido más y saben lo que es mejor para ti.

El juego decisivo

Había una vez, dos niños, uno que tenía una gran capacidad para los deportes, y el otro para los juegos de mesa. Un día, el niño deportista, retó al otro niño a una carrera. Como es de suponerse, el deportista ganó sin muchos problemas. Entonces, al verse vencido, el niño que le gustaban más los juegos de mesa, retó al deportista a un juego de ajedrez.

Luego de unos minutos, el deportista terminó vencido por el otro niño, dándole una lección muy importante y es que, ambos poseían la misma fuerza y talento, pero en distintos campos.

Moraleja: Todos tenemos el talento para brillar, no importa en qué ámbito, ahí está, y es nuestro deber encontrarla.

la belleza está en el interior

La belleza está en el interior

Juan era un niño bastante amigable, tenía muchos amigos, una familia que lo quería y sacaba buenas calificaciones en la escuela.

Un día, unos niños empezaron a decir calumnias sobre la apariencia del pobre Juan, afirmando que su cabeza era enorme, sus dientes diminutos, su rostro parecía un plato y que sus manos eran de alambre. Tanto siguieron los insultos que un día, cuando Juan comenzó a creerse todas estas calumnias que le decían sus compañeros, una niña, amiga de Juan, le respondió a los brabucones:

– Juan tiene de hermoso por dentro, lo que ustedes tienen por fuera, y eso es lo que realmente importa. Ustedes podrán cambiar con el tiempo su apariencia, pero el interior, es lo que cuenta.

Moraleja: Nunca juzgues a alguien solo por su apariencia, eso es de personas que no tienen elocuencia.

Todos somos necesarios

Dentro de un bosque lejano, vivía Aura con sus dos hermanos, uno era un leñador y el otro un conocido abogado. Por lo tanto, no tenían tiempo de estar en casa, así que Aura se encargaba de realizar todas las tareas del hogar, pues al solo tener trece años, estaba muy joven para trabajar, y luego de estudiar, le quedaba mucho tiempo libre, que no tenían sus hermanos. Por ello, le correspondía colaborar con las labores de la casa.

Un día, cansada de todo, Aura fue a un río cercano y les habló a las hormigas que caminaban por ahí, diciendo:

– ¡Ah! Vaya que estoy cansada, yo trabajando en la casa todo el día mientras ustedes solo comen azúcar y molestan, deberían desaparecer, no son necesarias para nadie.-

Pero en eso, las hormigas le contestaron.

– Nosotras movemos la tierra en los bosques para que los árboles que te dan oxígeno puedan crecer, nosotras nos comemos a las plagas que azotan los bosques, nosotras somos capaces de ponernos de acuerdo con solo una orden, y también, somos un gran equipo que se ama y respeta entre sí. Sin nosotras, el equilibrio natural se desplomaría –

Al escuchar esto, Aura comprendió que tanto como ella era necesaria para sus hermanos y familia en muchos sentidos, los demás, aunque no parezca a veces, también son necesarios.

Moraleja: todos somos necesarios.

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Cuento sobre la chica sin dinero

Martha era una niña pobre que sin querer, se consiguió con el hijo del duque más rico de la región. En seguida, se hicieron mejores amigos y con el tiempo, crecieron y se dieron cuenta que desde niños cultivaban un amor sincero y honesto. Pero sus familias no estaban contentas por el trato. Los padres del chico decían que Martha no tenía fortuna y que era indigna de su hijo. En casa de Martha, sus padres decían que ella no pertenecía a ese mundo, que estaba mejor donde estaba.

Sin importar lo que la gente diría, Martha y su amado se fueron juntos y con el tiempo, las familias comprendieron que el amor que se tenían era inmenso. Al llegar, se celebró una boda hermosa, y demostraron que el amor lo puede todo.

Moraleja: el amor es lo más importante.

El guiso del mosquito

Un mosquito volaba por la cocina, hasta que de repente, se cayó dentro de un burbujeante quiso. Estaba  a punto de morir, cuando se dijo a sí mismo: ya he comido un rico plato, he bebido y me he bañado, no me importa la muerte si estoy en estas condiciones.

Moraleja: al fracasado no le importa perder si el camino hacia este tiene buenas recompensas.

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Cuento sobre la princesa vanidosa

En un reino lejano, vivía una princesa caprichosa y consentida, la cual tenía todo con solo mover un dedo. Un día, cuando la princesa hizo un berrinche porque su padre, el rey, no le quiso comprar su quinto pony, al rey se le ocurrió una idea drástica. Esa misma tarde, llevó a la princesa a conocer los problemas del reino, la pobreza, enfermedad y demás males que estaban siendo estudiados para erradicarlos. Solo entonces, la princesa dio gracias a todos los cielos por haber nacido en cuna de oro, e hizo lo posible por cambiar la situación de todas  aquellas personas que no corrían con la misma suerte.

Ojo por ojo, no es diente por diente

Había dos hermanos que definitivamente no se llevaban bien, sus nombres eran Pablo y Martín, quienes cada día, terminaban dándose trompadas y teniendo discusiones bastante feas. Un día, cuando Pablo se disponía a dar su estocada final con un pellizco fulminante, pensó: si yo le pego a mi hermano en venganza por un golpe, entonces yo no soy mejor que él, estoy siendo mucho peor.

Moraleja: no le hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti.

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